viernes, 12 de marzo de 2021

Marija y el amor de Nuestra Señora

En Medjugorje, Nuestra Señora instruyó a la vidente Marija para escribir sus mensajes al mundo. De 1984 a 1986, Nuestra Señora dio un mensaje todos los jueves. A partir de 1987, empezó a dar el día 25 del mes. Nuestra Señora dijo a Marija: "Te doy mi amor, para que lo transmitas al mundo". Después de las apariciones, Marija escribia los mensajes y los daba al padre Slavko para
que los tradujese. Sin embargo, el 21 de agosto de 1986, Marija escribió el mensaje y lloraba mucho. El padre Slavko preguntó: 
-¿Por qué lloras, Marija? 
-Padre, yo pediré a Nuestra Señora que elija a otra persona para transmitir sus mensajes. 
-¿Porque? 
-¡No soy capaz de transmitir lo que me mostra!... ¡Mira el mensaje de hoy! ¡Esto no es un mensaje!...    
El Padre Slavko se asustó y pensó que Nuestra Señora había dado un mensaje triste. Él leyó y se sintió aliviado al ver lo hermosa que era, hablando de amor. Nuestra Señora dijo: 
 
Mensaje del 21 agosto 1986: “¡Queridos hijos! Les agradezco el amor que ustedes me demuestran. Ustedes saben, queridos hijos que Yo los amo inmensamente y que cada día oro al Seor para que El los ayude a entender el amor que Yo les doy. Por tanto, queridos hijos, oren, oren, oren! Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
 
   El padre Slavko no vio ninguna razón para que Marija estuviera tan triste. Marija explicó: 
-Padre, Nuestra Señora dijo: "Yo los amo inmensamente". Pero Padre, si la viste mientras decía eso... ¡Ella abrió los brazos y fue como si su amor abrazara a cada niño! ¡Y eso con ternura en tu sonrisa, en tus ojos!... Pero ahora, cuando veo esas pobres palabras escritas en ese simple papel, me siento tan mal... Estas simples palabras no son nada con lo que expresa Nuestra Señora... Con este papel, la gente nunca entenderá el amor que ella tiene por ellos... No soy lo suficientemente buena para transmitir su amor. Ella debe elegir a otra persona...
   El padre Slavko consoló a Marija, pero su profundo pesar por no poder transmitir el inmenso amor de María lo suficientemente bien nunca la abandonó.